sábado, 14 de marzo de 2015

Deshielo

En los últimos días se me ha llenado la cabeza de canciones que hace mucho que descubrí e hicieron mi vida más emocionante. Son canciones de Suede, David Bowie o Queen. Pero son de las animadas: Trash, Starman, Rebel rebel, Under Pressure o Don´t stop me now; de las que me hacen bailar delante del espejo. 


No me dejan pensar con claridad ni mantener una conversación lógica, porque el volumen está demasiado alto. Y aunque el paso del tiempo dicen que lo vamos contabilizando a través de las hojas del calendario que vamos arrancando o de las patas de gallo que vamos sumando, creo que las épocas de la vida las marcan las canciones que estábamos escuchando en un momento determinado, qué curso o trabajo ocupaban nuestras jornadas aquel año, o con quien pasábamos el rato.

Yo pensaba que si mi vida fuera una peli, la BSO sería de Alberto Iglesias, y combinaría momentos de drama y momentos de felicidad como éste. 



En los últimos días noto como se van esfumando los hombres grises y de las sombras de Momo, el Ghotam de la noche eterna, y el mundo se parece más a los colorines de un anuncio de Benetton o a un shooting de moda technicolor: “Esta temporada los tonos flúor siguen siendo tendencia” - diría alguna it girl, reina de Instagram, paseando por el Retiro con stilettos de veinte centímetros. 

Los viandantes al cruzarse por la calle, se miran más atentamente a los ojos y todo aparece bañado de una luz que hace que se perciban los colores en alta resolución. 

Vamos por ahí todos medio enamorados, algo inconscientes, nos crecen alas. Como en esta peli que me encantó; “Los amores imaginarios”, donde dos amigos de toda la vida se enamoran del mismo chico; un tipo con aspecto andrógino y rizos dorados, como un querubín. ¿Quién no ha tenido alguna vez un amor imaginario? Una de mis escenas favoritas es ésta, con esta canción de Isabelle Pierre que es deliciosa (creo que nunca había utilizado este adjetivo en una canción: cum laude de cursilería.) 


Les amours imaginaires


Por un momento, en Madrid y en mi cabeza se decreta un alto el fuego y una paz relativa. 

“Y el mundo me parece más humano, más amable y menos raro”. 

Me elevo un poco del suelo, sigo recto donde debería haber girado hace dos calles, me llegan recuerdos bonitos que me hacen sonreír como una tonta. 

Desde la planta veintiocho, ya no se ven a lo lejos casi montañas nevadas y en su deshielo, descienden ríos de agua clara por la Castellana, así que vuelvo de trabajar en góndola. Y en la plaza de Colón se crea algo de atasco, como si estuviéramos paseando bajo el Puente de Rialto, y los gondolieri se insultan unos otros, pero como lo hacen en italiano, suena a sonata. 



La luz del atardecer tardío es color vainilla y lo envuelve todo como si lo bañara en miel. Me siento como cuando mi madre venía a por mí a la puerta del colegio con un cruasán y un lingotín para merendar (en mi casa siempre me negaron la bollería industrial, y probar un bollicao era algo tan grave como iniciarse en las drogas). 

Y ahora, la calle huele a eso, a merienda de la infancia, a ganas de todo al mismo tiempo. 

Abro el ordenador y me encuentro con post pendientes de leer. Leo párrafos que generan corrientes eléctricas por mis venas y que luego me vienen a la cabeza en momentos insospechados: en el supermercado, encima de la bici o en una reunión. Como dice Iván Ferreiro: "Me has mojado". Sospecho al leer esas líneas que no soy la única afectada por este subidón estacional. Touché!

Canción húmeda. Iván Ferreiro


Tengo muchas ganas de que hablemos un rato y gestionemos menos, tengo ganas de que nos tomemos algo y veamos caer la tarde. 

“Siempre considero que no te digo cuanto siento, cuanto pienso, cuanto creo, cuanto me importa, cuanto me mueve, cuanto me desespera. Sobre todo, cuanto sueño (…) 

Tal vez eso que no te digo se identifique tanto conmigo que al comunicártelo no me quedaría ya nada más de mí. Me vaciaría de tal modo que, en definitiva, comprobada la verdad de eso, ya no habría ni zarza, ni fuego, ni deseo en mí.” 

(Ángel Gabilondo) 

Paladeo las palabras que no te dije, las que te diría, aquellas frase que un día apareció en mi cabeza y no sé fue hasta que la escribí en algún sitio…. Y tenía razón. 

Scarlett Johansson me cae regular, pero esta canción es maravillosa. 


The Moon Song. HER


Ayyynnsssss…. 





















1 comentario:

  1. Gran Post para una época especial y sí las canciones tienen ese poder, transportarnos a momentos y lugares y sí, también a caer en la melancolía de ver lo lejos que quedaron esos momentos y saber que no volverán como las oscuras golondrinas. Que gran disco aquel de Suede y eso que Trash no era mi favorita, Filmstar (muy para este post) o She (también para este post por Her la película) By The Sea, The Chemistry Between Us… lo dicho un gran disco.

    Sigue escribiendo y como siempre digo nunca dejes de crear momentos inolvidables que luego al escuchar música o mirar atrás, vuelvas a echar de menos. Eso sí, yo creo que Alberto Iglesias sólo estaría en la partitura en los momentos de casualidad y en Formentera, no es para ir escuchando todo el tiempo en un coche protagonizando una road movie por muchos caminos.

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